Las tradiciones de los regalos de Navidad
En estas fechas tan señaladas, amigos y familiares recorren las calles de las ciudades para encontrar los regalos perfectos e, incluso, aquellos más aventurados fabrican regalos personalizados para sus seres queridos. No obstante, a excepción de tradiciones como el amigo invisible, lo más común es enmascarar la autoría de los regalos en una figura mítica externa. Existen muchas tradiciones culturales distintas en torno a los regalos que se hacen durante las fiestas navideñas y vamos a conocer algunas de ellas.
Origen de los Reyes Magos
Llegados de Oriente, guiados por una estrella, llegaron a Belén de Judea unos magos, o sabios astrólogos, para adorar al mesías que había nacido y obsequiarlo con oro, incienso y mirra. Así se describe a los Reyes Magos en el Evangelio; en cambio, con el correr de los siglos estos sabios se acabaron convirtiendo en el imaginario popular en tres Reyes Magos llegados de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, que representan cada uno un continente del mundo conocido por la cristiandad en aquella época y portan cada uno un regalo. Fue así como en España, ya calados en la cultura popular y literaria, se adoptó por costumbre que los Reyes Magos llegaran en camello la noche del 5 de enero y dejaran junto a los zapatos regalos a los niños que se han portado bien y carbón a los más traviesos.
El origen del Apalpador
Carbonero de profesión, el Apalpador o Pendigueiro es un personaje legendario gallego de larga tradición que vive en la dehesa de las montañas gallegas, en plena naturaleza, de donde sale exclusivamente en la madrugada de Nochebuena y de Nochevieja. Según la mitología gallega, es un hombre corpulento, pelirrojo y barbudo, vestido con boina, una chaqueta llamativa y pantalones remendados, que a menudo fuma en pipa. Se trata de un hombre bonachón que entra en las habitaciones de los niños a palpar sus barrigas para comprobar que hayan comido bien y a dejar un puñado de castañas. En los últimos tiempos, también ha dejado regalos a los niños. A menudo se usa esta figura para difundir prácticas respetuosas con el medio ambiente.
El origen del Olentzero
También carbonero, con boina y fumador de pipa, el Olentzero es un personaje legendario vasco que hunde sus raíces en la tradición precristiana de la celebración del solsticio de invierno, muy ligada al fuego. En su origen, se denominaba olentzero al tronco con el que se alimentaba el fuego de la chimenea en Nochebuena para poder esparcir sus cenizas al día siguiente en la puerta principal de la casa y protegerla a ella y a sus habitantes durante todo el nuevo año. Con el paso de los siglos, ese tronco se convirtió en el entrañable personaje que anunciaba la buena nueva de la Navidad y cuyo muñeco se quema en miles de casas por todo Euskadi en Nochebuena. Además de simbolizar el fin de lo viejo y el comienzo de lo nuevo, esta figura trae regalos a los niños. En ocasiones, el Olentzero comparte faena con Mari Domingui, una vecina pastora y agricultora que conoce bien la tierra en la que trabaja.
El origen del tió de Nadal
El tió de Nadal, o tronco de Navidad en Castellano, tiene su origen en Cataluña. Durante el adviento, los niños ponen un tronco con cara y barretina en sus casas, lo tapan con una manta para que no pase frío y lo alimentan. En Nochebuena, los niños le cantan canciones populares navideñas como «caga tió» mientras lo golpean con un palo para que defeque regalos y dulces. Esta tradición también tiene un profundo vínculo con las tradiciones precristianas del solsticio de invierno y guarda gran similitud con otras festividades como la tronca de Nadal en Aragón, el tizón do Nadal en Galicia, el cachafuòc en Occitania o yule log en el Reino Unido.
El origen de la buona Befana
Con profundas raíces precristianas y un fuerte simbolismo de renovación por el año nuevo, la Befana, que deriva de la palabra italiana epifania, es una de las tradiciones navideñas italianas más populares. Cuenta la leyenda que los Reyes Magos de Oriente, al no encontrar el camino que los llevara a Belén, preguntaron a una anciana por dónde debían seguir. Ellos trataron de convencerla para que los acompañara en su viaje para adorar al niño Jesús. Tras haber rechazado su oferta y ver su partida, la buona Befana se arrepintió, cogió un saco lleno de dulces y se montó en su escoba para alcanzarlos. Al no conseguirlo, decidió regalar los dulces a los niños que se iba encontrando con la esperanza de dar con el niño Jesús ella también. Desde entonces, cada 5 de enero, la buona Befana coge su escoba para repartir dulces a todos los niños de Italia.
El origen de SinterKlaas, Father Christmas y Santa Claus
En el siglo X, comenzaron a extenderse por Europa las leyendas sobre San Nicolás de Bari, un obispo griego del siglo IV, que repartió sus bienes entre los más necesitados. En las regiones de los actuales Países Bajos, estas leyendas tomaron forma en la figura de Sinterklaas, un obispo vestido de rojo, que venía de España en barco. Cada noche del 5 de diciembre, montado en su caballo, deja regalos a los niños junto con sus pajes, los Piet.
Mientras tanto, en Inglaterra surgía una figura alegórica del tiempo de Navidad, llamada Father Christmas. Más que un personaje legendario, era una personificación de la Navidad que, lejos de llevar regalos, animaba a la celebración de las fiestas navideñas y aparecía en villancicos ya desde el siglo XV. Con el tiempo, fue adoptando la forma de un hombre mayor, jocoso y barbudo de largo pelo blanco.
Se cree que los neerlandeses llevaron las tradiciones de Sinterklass a su colonia de Nueva Ámsterdam, que más tarde pasaría a llamarse Nueva York. Allí, con el paso del tiempo, la figura de Sinterklaas fue tomando otra forma: su aspecto empezó a asemejarse al de un elfo bonachón y barrigudo vestido de rojo, empezó a ir en trineo, ahora su taller estaba en el Polo Norte y comenzó a llevar los regalos el 25 de diciembre. Fue entonces cuando esta figura bonachona, que traía regalos a los niños que habían sido buenos por Navidad, empezó a llamarse Santa Claus. A lo largo del siglo XIX, se popularizó en diversos lugares del mundo, llegando a asimilarse con figuras como Father Christmas en Inglaterra, donde quedaron completamente fundidos en un solo personaje. Desde entonces, esta tradición anglosajona de origen neerlandés comenzó a difundirse por los cinco continentes hasta llegar a lo que conocemos hoy en día como Santa Claus o Papá Noel, como se lo conoce en la mayoría de los países hispanohablantes.
¿Qué se celebra realmente cuando hacemos regalos a nuestros seres queridos?
Si bien observamos grandes diferencias en las tradiciones culturales en torno a los regalos de Navidad, también podemos observar numerosas similitudes como los regalos a los niños buenos, el carbón para los malos, la interrelación entre algunos personajes y costumbres y dejar un aperitivo y un refrigerio para los personajes navideños y sus monturas, entre otras muchas. Todos los niños que celebran estas tradiciones aguardan con ilusión la llegada de estas figuras legendarias que traerán aquello que tanto tiempo han estado esperando, sea algo material o no.
Pero, ¿qué significan realmente estas tradiciones? Cuando regalamos un objeto, un detalle o una experiencia a un ser querido, solo intentamos concretar con acciones aquello que no se puede concretar. No se trata de comprar en las rebajas ni de tener muchos regalos, sino de tener a nuestro lado a personas que están dispuestas a dar un poco de sí y que vivan con nosotros el verdadero espíritu de estas fiestas. Al fin y al cabo, solo hace falta un poco de amor y una pizca de imaginación para hacer un poco de magia.